CASO

Asamblea Climática de Mar del Plata

La primera asamblea climática de Argentina en Mar del Plata empoderó a los participantes, amplió los conocimientos y fomentó soluciones impulsadas por la comunidad ante la crisis climática.

Problemas y Propósito

Democracia en Red, en colaboración con el gobierno de la ciudad de Mar del Plata, implementó la primera asamblea climática de Argentina del 13 al 22 de agosto de 2024. Los participantes, seleccionados aleatoriamente para representar a la población de la ciudad, trabajaron en la generación de recomendaciones para abordar el cambio climático, identificando desafíos locales y proponiendo soluciones alineadas con los tres pilares del Plan de Acción Climática (PAC) de la ciudad. La asamblea buscó fortalecer el Plan de Acción Climática municipal, enfocándose en tres áreas clave: 1) capacitación, sensibilización y comunicación; 2) gestión de residuos sólidos urbanos, incluyendo reciclaje, compostaje y tratamiento de efluentes y descargas; y 3) prevención y preparación para emergencias relacionadas con eventos climáticos catastróficos.

Antecedentes Históricos y Contexto

El proyecto (Re)surgentes se constituyó como un consorcio de organizaciones de la sociedad civil de cuatro países latinoamericanos para promover asambleas climáticas: Delibera Brasil (Brasil), IDeemos y Extituto de Política Abierta (Colombia), SUR – Instituto del Sur Urbano (México) y Democracia en Red (Argentina). El consorcio se propuso organizar asambleas climáticas, cada una compuesta por 50 participantes seleccionados aleatoriamente, en cuatro ciudades: Bujarú (Pará), entre abril y mayo de 2024; Buenaventura (Valle del Cauca), en agosto de 2024; Nuevo León (Monterrey), entre septiembre y noviembre de 2024; y Mar del Plata (Buenos Aires), en agosto de 2024.

El proyecto (Re)surgentes también incluyó una etapa final de diálogo regional, abierta al público en general, denominada Pacto Interciudades. Esta etapa buscó debatir los principios orientadores desarrollados por cada asamblea con una audiencia más amplia. Para facilitar la participación, se creó una plataforma digital[1] que permitió a los ciudadanos interesados apoyar, comentar o contribuir en cada principio específico. El proceso participativo del Pacto Interciudades aún está en curso.

Entidades Organizadoras, de Apoyo y Financiamiento

El proyecto regional contó con el apoyo de Open Society Foundations (Curato et al., 2024). Las organizaciones del consorcio también aportaron sus propios recursos y formaron alianzas con gobiernos locales para implementar la asamblea en cada ciudad.

En Argentina, el Departamento de Modernización e Información Estratégica del Gobierno de la Ciudad de Mar del Plata se asoció con Democracia en Red (DER) para llevar adelante la asamblea climática[2]. La colaboración entre el gobierno de la ciudad y DER estableció una división de responsabilidades: el primero se encargó del envío de cartas de invitación a los hogares para seleccionar a los participantes, proveer temas, información y algunos expertos para la fase de capacitación; mientras que la segunda gestionó la organización de la asamblea, la metodología deliberativa y la moderación de los encuentros.

Reclutamiento y Selección de Participantes

Para seleccionar a los 50 participantes, se creó una muestra estratificada de la población de la ciudad utilizando datos del último Censo y la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), junto con el software de Sortition Foundation[3]. Se enviaron un total de 3.000 cartas de invitación a los hogares[4], seguidas de publicidad dirigida en redes sociales para alcanzar grupos específicos y cumplir con los requisitos de la muestra. Como resultado, se registraron 166 personas, de las cuales 55 fueron seleccionadas para formar la asamblea (incluyendo 5 suplentes). La muestra final se compuso de la siguiente manera:


Las mujeres, los jóvenes y las personas con mayor nivel educativo estuvieron sobrerrepresentados. Esta sobrerrepresentación se acentuó aún más ya que el grupo final de participantes de la asamblea consistió en 46 personas, de las cuales el 67% eran mujeres y el 46% jóvenes.

Fuente: Elaboración propia a partir de cuestionarios previos y posteriores a la asamblea proporcionados a los participantes

Se otorgó un incentivo económico a los participantes para fomentar su asistencia a todas las sesiones.

Métodos y Herramientas Utilizadas

La asamblea consistió en una serie de reuniones entre los participantes, combinando sesiones de capacitación y discusiones en pequeños grupos facilitadas por un moderador. Se organizaron siete reuniones, cada una de cuatro horas. El primer encuentro fue el evento de apertura e incluyó una capacitación general inicial sobre cambio climático y democracia deliberativa. Durante la primera semana, las siguientes tres reuniones se dividieron en dos horas de capacitación y dos de deliberación, centradas en identificar desafíos dentro de una de las áreas clave. Las sesiones de capacitación incluyeron presentaciones de expertos tanto del sector académico como público, especialmente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, así como funcionarios del gobierno. Los participantes también recibieron un cuadernillo informativo para complementar el material de capacitación. En la segunda semana de la asamblea, tres reuniones se dedicaron a desarrollar soluciones para los desafíos identificados. Los participantes trabajaron en grupos de 8 a 9 personas, seguidos de una sesión final donde se compartieron los resultados. La asamblea definió colectivamente seis principios orientadores para la etapa del Pacto Interciudades, 18 desafíos y 54 soluciones, que se presentarán al gobierno local para su posible inclusión en el Plan de Acción Climática. Aunque aún no se puede evaluar plenamente el impacto de las soluciones propuestas, el proceso deliberativo tuvo un claro efecto transformador en los participantes.

Desarrollo: Proceso, Interacción y Participación

El proceso de deliberación fue constructivo, con la moderación desempeñando un papel crucial para favorecer esta dinámica. Por ejemplo, si bien algunos participantes en cada grupo al principio se mantenían en silencio y evitaban hablar, la moderación aseguró que las contribuciones se distribuyeran de manera más equitativa a medida que avanzaban las deliberaciones. Sin embargo, una consecuencia de este tipo de moderación central es que el moderador se convierte en el principal receptor de los aportes de los participantes, más que el grupo en su conjunto. Este efecto se acentúa por la necesidad de cumplir tareas específicas asignadas en cada encuentro.

En cuanto al discurso, los participantes emplearon una amplia variedad de expresiones, desde compartir información, ideas y propuestas, hasta anécdotas y testimonios personales. Aunque los participantes no poseían conocimientos especializados por profesión, demostraron cierta conciencia sobre cuestiones climáticas, derivada de la aplicación de buenas prácticas en su vida cotidiana, como la separación de residuos, el compostaje, evitar arrojar basura en espacios públicos y minimizar el uso de artículos descartables. El tono general de las deliberaciones fue en gran medida consensuado. De los 46 participantes, solo uno no estuvo de acuerdo con las discusiones y el enfoque sobre el cambio climático, y fue el único que no tuvo una valoración positiva de su experiencia como asambleísta.

Entre los participantes se fomentó un sentido de pertenencia, que persistió incluso después de finalizadas las reuniones. Las conversaciones en el grupo de WhatsApp se transformaron en un espacio para el surgimiento de iniciativas colaborativas voluntarias, como jornadas de limpieza de playas.

Influencia, Resultados y Efectos

Si observamos los resultados de la encuesta realizada a los participantes antes y después de la asamblea, se puede ver que se cumplieron características clave de los procesos deliberativos de calidad: la oportunidad de cambiar de opinión, el aprendizaje sobre los temas discutidos y el empoderamiento ciudadano (Habermas, 1998; Cohen, 2007; Fishkin, 1997; Blondiaux, 2013; Girard y Le Goff, 2010).

Uno de los primeros aspectos a destacar es el aprendizaje sobre el tema central de la deliberación: el cambio climático. Este tipo de aprendizaje en asambleas ciudadanas o mini-públicos puede atribuirse tanto al intercambio con otros, como al proceso de capacitación, que constituye una parte importante de los encuentros. En efecto, los participantes adquirieron mayor conocimiento sobre la evidencia y causas del cambio climático durante el proceso, así como una comprensión más clara del problema. Cuando, tras participar en la asamblea, se les preguntó por su nivel de conocimiento sobre las causas y consecuencias del cambio climático, el 76% respondió “algo” y “bastante”, mientras que nadie respondió “nada” ni “mucho”, lo que revela que los participantes en su mayoría adquirieron nuevos conocimientos y una conciencia de la complejidad del fenómeno, así como del esfuerzo requerido para comprenderlo a fondo.

Fuente: Elaboración propia a partir de cuestionarios previos y posteriores a la asamblea proporcionados a los participantes

La asamblea también produjo una definición más clara del fenómeno del cambio climático y redujo los efectos de la desinformación entre los participantes. Si bien el 87% ya comprendía antes de la asamblea que el cambio climático “es un aumento gradual de la temperatura global causado por actividades humanas”, este porcentaje subió al 91% al finalizar el proceso deliberativo.

Al analizar la percepción de los participantes sobre la relevancia de la crisis climática en su vida cotidiana antes y después de las reuniones, se observa que la capacitación y la deliberación incrementaron significativamente la conciencia sobre un tema muchas veces percibido como lejano. Antes de los encuentros, el 63% de los participantes la consideraba muy o bastante relevante, cifra que ascendió al 89% después.

De manera similar, aumentó la percepción de los riesgos asociados al cambio climático, tanto en el presente como en los próximos diez años.

El proceso deliberativo también llevó a los participantes a una mayor conciencia de los desafíos en su territorio, generando un mayor sentido de compromiso con los problemas de la ciudad. El 90% de los participantes estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación: “Me siento más comprometido con los problemas de la ciudad”.

Por otro lado, los participantes se sintieron reconocidos, lo que se refleja en que percibieron que pudieron hacer oír su voz y no enfrentaron barreras significativas para participar. De hecho, una clara mayoría respondió “mucho” a la pregunta: “¿En qué medida diría que, participando en las discusiones, pudo expresar sus propias ideas?”

La gran mayoría no encontró barreras para participar plenamente en la discusión.

Otro efecto notable en los participantes fue la reflexividad, es decir, la capacidad de cambiar de opinión. De hecho, una gran mayoría de los participantes afirmó que la deliberación transformó sus ideas iniciales “bastante” o “mucho”.

El aspecto más valorado de la experiencia fue la oportunidad de intercambiar ideas con otros, incluso más que el conocimiento adquirido o el hecho de sentirse escuchado.

Un tercer efecto en los participantes fue el empoderamiento. Para la mayoría de los miembros de la asamblea, participar fue su primera experiencia en discusiones o planes sobre problemáticas locales, así como su primer involucramiento en actividades relacionadas con la crisis climática. Más importante aún, los participantes afirmaron que salieron de la asamblea sintiéndose mejor preparados para liderar y participar en acciones relacionadas con la crisis climática.

Uno de los resultados más interesantes de la asamblea climática de Mar del Plata es la percepción de los participantes sobre el rol de los ciudadanos comunes en la política luego de haber pasado por el proceso deliberativo.

En cuanto a los resultados, la asamblea produjo 54 “soluciones” o recomendaciones a partir de la identificación de 18 desafíos, entre las que destacan: incorporar la educación ecológica en todos los niveles educativos; establecer puntos de acopio de plásticos y otros residuos con incentivos económicos; crear empresas municipales de reciclaje para formalizar el trabajo de los recicladores urbanos existentes; desarrollar un marco impositivo para reducir plásticos de un solo uso y promover materiales biodegradables; reforestar espacios urbanos y crear techos verdes, plazas naturales y reservorios de agua; promover la participación ciudadana en proyectos de conservación y reforestación; y diseñar planes de contingencia para eventos catastróficos, como incendios y crisis climáticas.

Si bien aún falta evaluar el impacto de estas recomendaciones en las políticas públicas, el gobierno de la ciudad de Mar del Plata se comprometió a revisarlas para incorporarlas al Plan de Acción Climática municipal.

Análisis y Lecciones Aprendidas

Entre las lecciones aprendidas, es importante señalar que el proceso de reclutamiento fue más desafiante de lo previsto, particularmente por los costos significativos de tiempo y dinero que implicó el envío de cartas a los hogares. Este proceso puede tomar varios meses, por lo que es esencial considerar el compromiso de tiempo requerido. Basándose en la retroalimentación de los participantes, otra lección aprendida es que puede ser necesario reducir el número de charlas de funcionarios gubernamentales y aumentar las de expertos, diversificando aún más sus perfiles. Dado que se trataba de una experiencia piloto y considerando los recursos limitados de un gobierno local en Argentina, la fase de capacitación estuvo muy enfocada en funcionarios y expertos de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Finalmente, vale la pena mencionar que una mayor cobertura mediática podría haber amplificado los efectos sobre la ciudadanía más allá de los participantes seleccionados y habría ejercido mayor presión sobre las autoridades para sostener el compromiso de incorporar las recomendaciones al plan de acción.

El repaso de las respuestas de los participantes en la Asamblea Climática de Mar del Plata demostró que la deliberación importa y deja una huella duradera en los participantes. El intercambio de opiniones y argumentos tuvo al menos tres efectos positivos: el aumento del conocimiento sobre la problemática discutida, la oportunidad de conocer otras perspectivas y cambiar de opinión, y el empoderamiento para participar en acciones y decisiones sobre cuestiones comunes.

Según la base de datos de procesos deliberativos de la OCDE (OECD, 2020, 2023), las asambleas climáticas son actualmente la forma de deliberación más extendida, habiendo crecido tanto en los últimos años que los temas ambientales se han vuelto dominantes dentro del conjunto de procesos deliberativos. Las asambleas climáticas podrían considerarse la "cresta" de la "ola deliberativa" (Smith, 2024). Las asambleas ciudadanas parecen tener afinidad natural con temas que requieren considerar el futuro y los derechos de las generaciones venideras, probablemente porque tales cuestiones se abordan mejor a través de la deliberación sobre problemas comunes y desafíos de largo plazo (Cohen, 2007). Además, han sido reconocidas como una excelente herramienta para abordar desafíos que la democracia representativa—frecuentemente enfocada en el corto plazo—ha tenido dificultades para resolver (Giraudet, Apouey, Arab et al., 2022; Smith, 2024). Sin embargo, la gran mayoría de las asambleas climáticas han tenido lugar en el Norte Global (Curato, Smith y Willis, 2024). En América Latina, Brasil ha sido uno de los países pioneros en implementar asambleas climáticas locales, como las de Francisco Morato, Salvador y Toritama (Cervellini et al., 2024).

La implementación de la primera asamblea climática en Argentina es, por tanto, muy prometedora. En la medida en que la deliberación en estos espacios ayude a combatir la polarización y la desinformación (Bächtiger & Dryzek, 2024), estas iniciativas deberían ampliarse en Argentina y recibir atención mediática para llegar a una audiencia más amplia. En contextos de creciente desconfianza hacia los políticos, las asambleas ciudadanas pueden ser una buena vía para renovar la política de forma creativa: en vez de depender de líderes "outsiders" que concentran nuevamente el poder, una alternativa es crear espacios donde más personas comunes puedan incidir en las decisiones. Finalmente, la crisis climática exige pensar en soluciones innovadoras y arraigadas en el sentido de comunidad, y las asambleas ciudadanas pueden contribuir precisamente en este sentido. Esta asamblea y los proyectos (Re)surgentes no solo sientan un precedente para Argentina, sino que también sirven como modelo inspirador para otros contextos democráticos en el Sur Global.

Véase también

https://quedigital.com.ar/sociedad/realizan-la-primera-asamblea-climatica-del-pais-en-mar-del-plata-de-que-se-trata/

https://bacap.com.ar/2024/08/19/la-primera-asamblea-climatica-del-pais-se-desarrolla-en-mar-del-plata/

https://www.0223.com.ar/nota/2024-7-6-12-21-0-mar-del-plata-sera-sede-de-la-primera-asamblea-climatica-ciudadana

Referencias

Bächtiger, A. & Dryzek, J. (2024). Deliberative Democracy for Diabolical Times Confronting Populism, Extremism, Denial, and Authoritarianism, Cambridge University Press, https://doi.org/10.1017/9781009261845.

Blondiaux, L. (2013). El nuevo espíritu de la democracia. Actualidad de la democracia participativa, Buenos Aires: Prometeo.

Cervellini, S., Adams, K., Rodrigues, M. & Sendretti, L. (2024). “Citizens’ assemblies in Brazil: an analysis of the role of mini-publics on building democratic participatory climate public policies”, Innovation: The European Journal of Social Science Research, DOI: 10.1080/13511610.2024.2369907

Cohen, J. (2007). “Deliberación y legitimidad democrática”, Cuaderno Gris, N° 9.

Curato, N., Smith, G. & Willis, R. (2024). Deliberative Democracy and Climate Change: Exploring the Potential of Climate Assemblies in the Global South. Strömsborg International IDEA. https://doi.org/10.31752/idea.2024.34

Fishkin, J. (1997). The voice of the people. Public opinion & democracy. Yale University Press, New Haven, Londres.

Girard, Charles & Le Goff, Alice (2010): La démocratie délibérative. Anthologie de textes fondamentaux, Paris: Hermann.

Giraudet, LG., Apouey, B., Arab, H. et al. (2022). “’Co-construction’ in deliberative democracy: lessons from the French Citizens’ Convention for Climate”. Humanities and Social Sciences Communications, 9, 207. https://doi.org/10.1057/s41599-022-01212-6

Habermas, J. (1998). Facticidad y validez, Madrid: Trotta.

OECD (2020). Innovative Citizen Participation and New Democratic Institutions: Catching the Deliberative Wave, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/339306da-en.

OCDE (2023). Base de datos de la OCDE sobre democracia deliberativa: https://airtable.com/appP4czQlAU1My2M3/shrX048tmQLl8yzdc/tblrttW98WGpdnX3Y/viwX5ZutDDGdDMEep

Smith, G. (2024). Necesitamos hablar sobre el clima: cómo las asambleas ciudadanas pueden ayudarnos a resolver la crisis climática, University of Westminster Press.


Enlaces externos

https://resurgentes.org/es

https://www.mardelplata.gob.ar/asambleasclimaticas2024


Notas

[1] https://pacto.resurgentes.org/

[2] Ya habían colaborado en la implementación del Presupuesto Participativo Digital de la ciudad: https://participa.mardelplata.gob.ar/.

[3] Los datos de la población de referencia fueron los siguientes: 1. Género: 48% hombres y 52% mujeres; 2. Situación laboral: 62,53% empleados, 4,75% desempleados y 32,72% inactivos; 3. Nivel educativo: 35,69% educación primaria, 37,31% educación secundaria, 26,04% educación superior y 0,96% posgrado; 4. Edad: 24% de 18 a 29 años, 34% de 30 a 49 años, 28% de 50 a 69 años y 14% de 70 años o más.

[4] Las invitaciones se enviaron personalizadas con el nombre y apellidos del destinatario y se entregaron directamente en su domicilio por mensajería.